martes, 25 de febrero de 2014

Quiero que trabajemos juntos

Dicen que para ser valiente hay que tener miedo, y yo de eso tengo mucho, por eso decidí ser muy valiente. Hace una semana tuve, digamos, una conversación con mis ángeles y guías, y desde ese mismo día se abrió algo en mi que ha dejado lugar a una profunda pena. He entendido ciertas cosas que no me quería creer pero son, y he confirmado, como siempre, que siempre hay que seguir las propias intuiciones. Por otro lado, me reencontré con la chavalita que se llamaba Laura Trillo, antes de que la frase "de Terapia Felina" viniera detrás y eclipsara mi persona. La identidad de uno es muy importante, así como sus raíces, y ya hace tiempo sabía que me había ocultado de alguna manera bajo mi profesión, y antes fue bajo la asociación animal en la que era voluntaria. Siempre he querido volver a sentir a esa Laura Trillo y no la encontraba, hasta que mis ángeles me la han devuelto.
Eso ha traído un montón de sensaciones que me tienen en un estado de desconcierto, porque también revivo quizás esa pena que tenía que salir hacia fuera, porque quizás ahora sí puedo integrarla en mi corazón. Si bien nunca me ha faltado de nada si que considero que he tenido una vida muy difícil con las personas. Siempre he tenido problemas para encontrar amigos de verdad y cuando creía haberlos encontrado, por cualquier cosa han desaparecido, sin más. Y lo sigo reviviendo una y otra vez, la gente que se mueve a mi alrededor, hace eso, se mueve a mi alrededor y ya está.
(A veces escribo cosas que me salen del alma y me escribe gente preguntándome que si estoy bien, que qué me pasa. Tranquilos, estoy muy feliz, pero me apetece escribir lo que me sale, agradezco la preocupación pero no es necesaria.)
Al empezar a caer máscaras estoy viendo y sintiendo lo que hay detrás, y lejos de racionalizarlo porque no lo entiendo, no sé a dónde llegaré, es cosa mía. He visto la cantidad de personas que me siguen, que siguen mi trabajo, que me escriben a diario, que me rodean, me piden, algunos exigen, esperan de mi algo, y he llegado a un punto en que debo decir que estoy algo decepcionada, y no se si es eso lo que me duele de mi trabajo. En el fondo, pese a todo mi alrededor, estoy sola, y seguiré sola en lo que hago, no sólo lo he visto, lo he aceptado. Estoy en un camino elegido por mi, ayudando a los gatos y a las personas a entenderse porque me importa a mi que eso ocurra, pero miro hacia dentro y veo ese vacío con el que amanezco cada mañana. Que si no fuera por la sonrisa de mi bebé, no olvidaría. Puede ser mi propia inseguridad que ya se que está ahí, pero eso me hace ser cauta en lo que hago, es necesaria y la quiero conmigo. Puede ser la pena que me produce el estar sola en esto y no poder contar con nadie, tener que sacar mi trabajo adelante y si no lo hago no llego a ninguna parte, ni siquiera a fin de mes, y que esto sea un trabajo y no disfrute de ello tanto como quisiera por cómo me siento. Veo cómo las personas utilizan lo que escribo, lo comparten cuando les conviene, menos cuando lo pido. Veo cómo el mundo, pese a intentar vivir en el corazón y hacer las cosas con cariño, no me responde igual. No quiero ni pretendo ser desagradecida pues al final todos los que me rodean me aportan cosas grandísimas, que cada persona es un mundo maravilloso que estoy feliz de conocer y compartir y que me están ayudando a crecer. No hablo de nadie. Sé que la mayoría hablan bien de mi trabajo y en el resultado se ve. Pero a nivel general, he visto que no puedo contar con nadie, y que cada uno se mueve desde donde le conviene. Mucho corazón y mucho amor pero seguimos viviendo en solitario, en el ego, en el te ayudo si me va bien y si no miro a otro lado. He visto y sentido el desprecio de quienes no me entienden, y en los que pretenden que trabaje gratis para su conveniencia, que no valoran ni mi tiempo, mis conocimientos ni mi vida. Estoy muy triste porque hay días en que no puedo tirar del carro y nadie lo hace por mi. Sé que mi trabajo ayuda a muchísimos gatos a estar bien, pero me encantaría que llegara mucho más lejos porque hay tantos gatos maltratados, abandonados, eutanasiados... que tan sólo con algún artículo de los publicados, o una consulta por teléfono, se solucionarían a tiempo. Pero no veo a casi nadie tomándose esto como una cruzada contra el abandono, sino más bien, hoy me conviene, mañana no. Al final me estoy quejando tanto que se me van a echar encima, pero es que no me importa porque esta pena me apetece sacarla, y si lo siento así es porque es real, ni reprocho nada a nadie (ya me veo los comentarios, "oye, que yo sí que te ayudo!" y cosas así, eso es que nadie ha entendido nada de lo escrito). De hecho no busco respuesta alguna cuando escribo, y menos en este blog, que es para mi, para expresarme sin necesidad de agradar a nadie, para desahogarme y vaciar mi mochila, no necesito comentarios ni para bien ni para mal.
Cada día analizo mentalmente qué es lo que me hace sentir mal de mi trabajo, e intento encontrar la fórmula para estar bien con ello. Y creo que una parte importante es la implicación de los demás con lo que hago. Quizás piensan que al compartir mis cursos o mis artículos me están beneficiando a mi y por eso no lo hacen, ahí entran las competiciones y las envidias que no entiendo. Quien me conoce un poco sabe que no me muevo desde la necesidad de ser reconocida, ni conocida, ni amada. Lo único que me mueve en lo que hago es ayudar a los gatos, aunque suene poco humilde, es así. Cada historia comprendida y gato feliz, es el motorcito que me hace seguir. Cuando eso deje de pasar, lo dejaré, cuando no funcione y cuando vea que ya no se necesita. Porque si fuera por mi, estaría en otro sitio, pasaría desapercibida, haría cosas para mi y nadie más. Me cuesta muchísimo estar aquí cada día, respondiendo a todos, estando para todos, escribiendo, contestando, hablando. Así es que, si realmente alguien ama a los gatos y quiere verlos mejor, me gustaría que se implicara más en hacer llegar lo que hago bien lejos, porque sé que ayuda y consigue ese objetivo. Cada curso realizado salen personas contentas mejorando la vida de sus gatos y los de la protectora de animales o clínica veterinaria, cada artículo compartido llega a gente que lo necesita, cada vez que das el Manual para adoptantes de gatos llega a alguien que lo necesita, a sus gatos.
Con eso, quizás estaría aquí con más alegría y ganas, viendo que todos trabajamos juntos, y no yo sola, inventando cada día cómo llegar a más gente para que puedan entender a los gatos y dejen de maltratarlos. Me encantaría ver amor e implicación con los gatos, de verdad, en que estén bien, antes de ser abandonados, antes de ser maltratados, antes de todo eso, se puede hacer. Pero sola no puedo.
Gracias a los que me leen, espero que no haya ningún comentario, prefiero una acción desinteresada por amor a los gatos.

miércoles, 12 de febrero de 2014

¿Vives o te desvives?

Hace tiempo que vengo sintiendo que hay algo diferente en mi, estoy trabajando más, pero de otra manera, con otras sensaciones distintas. Me costó mucho aceptar que no todos los casos que me llegan son para resolver y que el supuesto problema de comportamiento desaparezca para conformidad del cliente, así mi Ego también se ve realizado. De lo contrario, me machaco tanto que me apetece cambiar de profesión pensando que no valgo para esto. Algo que me hace tener los pies en la Tierra. Pero la mayoría de personas que contactan conmigo no están en el mismo punto. Muchos gatos sólo quieren que se les escuche y ya está, que se sepa lo que están haciendo, poniendo un poquito de consciencia en su persona, porque realmente la solución está en nosotros, no tanto en el gato. Pero nosotros siempre queremos soluciones inmediatas sin importar el por qué de las cosas. Queremos sanar enfermedades sin saber por qué las tenemos, quitarnos dolores sin saber qué hemos hecho para que nuestro cuerpo hable. Con los gatos pasa igual, podemos anularlos con ansiolíticos, corregir su conducta hacia algo más cómodo para nosotros, pero nos estamos perdiendo toda la información por el camino. Queremos ser felices pero ignoramos todas las señales del Universo que nos guían hacia esa felicidad. Porque la queremos aquí y ahora, pero nunca estamos ni vivimos en el aquí y ahora. ¡Qué absurdo!. Siempre estamos anclados en el pasado, o pensando en el futuro, y la vida se nos pasa, instantes en los que merece la pena darte cuenta de que estás vivo y respirando, que tu corazón late y la vida te rodea. Eso es felicidad, y nos la estamos perdiendo, siempre pensando y pensando. Pre-ocupaciones, cosas que no vamos a resolver en el momento, siempre ocupando nuestra cabeza. Yo siempre intento fijarme en cómo viven y cómo son los animales, y pretendo imitarles. Veo a los gatos tomando el Sol, y simplemente están haciendo eso, tomar la luz y la energía del Sol, disfrutando el momento, transmutando y sanando. No están pensando ni en la lista de la compra, ni en lo que le pasó ayer, ni en cómo va a pagar el alquiler de este mes. Ellos están vivos y viven, éso es lo único que hacen, en el instante. Ni están recordando ni están proyectando, simplemente están. Eso es lo que me gustaría conseguir porque creo que es el estado más maravilloso del Ser. Cuando lo consigo, ¡es increíble! Imagino que muchos ya lo habréis experimentado también, pero sólo lo conseguimos a ratos. ¿Conseguiremos vivir así? Simplemente siendo, estando, sin preocupaciones, creando nuestra propia realidad en el momento con pensamientos positivos, en estado de gratitud total.  Suena bien. No hace falta entrar en meditación profunda para conseguir ese estado, simplemente para y observa si estás respirando, si estás vivo y ¡oh! Bienvenido al presente.

Pues mi trabajo va encaminado a intentar hacer sentir este tipo de cosas a las personas que me llegan con todo tipo de problemas con sus gatos, hacerles entender que nada es tan importante, que todo son mensajes para nosotros y que todo tiene trabajo y solución poco a poco. Que a veces no estamos haciendo bien las cosas y nos estamos perdiendo toda esa valiosa información sobre nosotros mismos para poder estar bien. Cuando alguien me contacta con un problema (¡siempre con la palabra "problema"!), antes me sentía muy responsable y hasta culpable si no conseguía ayudar al gato a estar bien. Después de muchas decepciones (es lo malo de tener espectativas) conmigo misma y autoflagelamiento, me di cuenta de que estoy haciendo lo que tengo que hacer. No tengo ni quiero la responsabilidad de todos los problemas que la gente tenga con los gatos. Mi única responsabilidad, creo, es ponerte en contacto con tu gato y ayudaros a entenderos, ayudar a que los gatos estén bien, por tanto la persona también, aunque a veces la persona se tiene que implicar en un trabajo personal de años para que el gato "mejore su comportamiento", cosa que no depende de mi. Yo no tengo el control de la vida de tu gato, porque he aprendido que son ellos los que saben dónde están y lo que están haciendo, y a veces me lo quieren decir, otras veces no, por tanto yo sólo tengo que ayudar en momentos concretos. Me cargaba demasiado con la responsabilidad de asegurarme de que el cliente queda contento con lo que le digo, que ve resultados y que el gato "se arregla". Pero he decidido que no quiero eso, que pese a poder equivocarme muchas veces y no saber interpretar bien un mensaje, o pese a hacerlo bien y que la persona no quede conforme porque el gato no "se arregla" inmediatamente, lo que tengo que hacer es lo que estoy haciendo ahora. Yo también estoy aprendiendo, y mis errores sirven para mucho, en vez de para hundirme y querer dedicarme a otra cosa, ahora veo la enseñanza del animal y si realmente he dado bien el mensaje o no. Hay mensajes que me da miedo decir porque o bien no los he entendido bien y tampoco sé expresarlo en condiciones (y lo digo con total humildad siempre), o es una información que condicionaría demasiado a la persona. Mis guías me dicen que debo confiar así que en ello estoy (porque tengo un dolor en parte de mi cuerpo que más me vale hacerle caso o si no sigue ahí). Me equivoque o no, siempre hago mi trabajo con muchísimo respeto y amor, desde mi corazón. Si me equivoco, entiendo que debo aprender algo yo. Hay que ser muy respetuoso con los animales, las personas y esta forma de trabajo, hay días en que no puedo trabajar, pues tengo que descansar y ya está, hay días que estoy bien y lo noto en las comunicaciones. Tengo que aprender a identificar cuándo no puedo y a saber decir que hoy no, no puedo. A veces hasta lloro del estrés que tengo, de nuevo sin estar en el presente, porque se me está pasando la vida demasiado rápido. Con un bebé y un trabajo como este, en el que personas tiran de mi las 24 horas del día, que no respetan ni las noches ni las horas de comer, e intentando tener algo de vida personal, al final... mando todo al carajo, me quedo con mi familia, y me pongo a tomar el Sol en alguna parte, respirando, sintiendo la vida y siendo feliz, agradecida, porque dentro de todo este alboroto, la felicidad está ahí, en cuanto pares y te des cuenta de que estás vivo, ¡es lo más maravilloso que tenemos! ¡Disfruta de la vida y aprende de tu alrededor, estate en el presente y respira, vive! Nada es tan importante. Pasito a pasito.

Hoy recomiendo leer al maravilloso Eckhart Tolle, "El poder del Ahora" y otros tantos libros maravillosos que tiene. ¡Gracias!

miércoles, 5 de febrero de 2014

La sobreprotección es miedo

El bienestar de los gatos fue el origen de todo, y lo que me mueve cada día. Nadie sabe el trabajo tan grande que hay detrás de Terapia Felina, una sola persona, madre reciente, que publica artículos, colabora con revistas, atiende gratis varias consultas diarias, intentando encontrar huecos con calzador para las consultas y tratamientos remunerados, que realiza cursos, material, apuntes, gestiona sus propias cosas, intenta contestar todos los correos a diario, que no son pocos... Soy una persona reinventándose cada día para poder ayudar a los gatos! Pero para poder llegar lejos, tengo que hacer que las personas como las que me leen muevan mi trabajo y lo lleven lejos, yo sola no puedo. En muy poquito tiempo veo cómo cada día más personas se suscriben a mis publicaciones o me siguen en las redes sociales, recibo correos a diario, aunque no todo es trabajo, pero al menos hay personas que se interesan por esta forma de trabajar, cada día más.
Siento que poco a poco las cosas van cambiando. Como estoy en Protección Animal desde tantos años, he visto una evolución increíble, para bien y para mal. Ya en mi anterior post comentaba esa parte desequilibrada de la protección animal. Ahora veo que muchas personas, al igual que me pasó a mí en su día, están saliendo de esos extremismos y están empezando a ver más allá, escuchando a los animales y actuando según lo que ellos necesitan, no lo que nosotros queremos.
Respecto a mis compañeros los gatos, tengo una constante lucha con un tema en concreto que me duele sobremanera. Aparte del castigo a los gatos y las técnicas aversivas, que ya he hablado mucho sobre eso, está el lado proteccionista que tiene tendencia a encerrar gatos asilvestrados para "reconvertirlos" en gatos amorosos. Lo que lleva a una persona a hacer esto, ese sentido de sobreprotección que no es más que una egoísta elección propia: "no quiero ver sufrir a este animal, así que lo voy a tener cerca de mi, bajo mi techo, y así no le pasará nunca nada, porque si le pasa algo en la calle yo sufriría y me sentiría culpable, así que prefiero controlarlo aunque sea contra su voluntad". Y nada le pasa, ni siquiera la vida, se le pasa más bien, escondido detrás de un mueble o bajo un sofá o cama, maullando por las noches, deambulando cuando todo está en calma para ver si encuentra una salida para ese encierro, huyendo de ti como loco. Y cada mañana tenemos que buscar a ese gato asilvestrado a ver dónde se escondió, para ir a por él, agobiarle y mentirle diciendo que debe confiar en nosotros porque somos lo mejor que le puede pasar. Me duele que no distingamos a un gato asilvestrado de un gato doméstico, me duele que se intente manipular a un animal a nuestro antojo, socializarlo por obligación, a la fuerza, interpretando un ronroneo como algo bueno cuando el gato está en shock de pánico. Los que asisten a mis cursos ya han escuchado esto mucho, pero no me cansaré de repetirlo porque cada día lo sigo viendo. Y mientras, en la calle, cientos de gatos domésticos abandonados acercándose a la gente a ver si se los lleva alguien a casa (pero lo que se llevan son patadas o cosas peores), porque las casas de acogida están ocupadas con gatos asilvestrados, resignados, en pánico, con una calidad de vida pésima, ocupando un sitio durante meses o años. El mundo al revés. Y mucha gente me pregunta, ¿y cómo distingo a un gato asilvestrado de uno doméstico? Lo primero es entender que cada gato es un mundo y es diferente al resto, siempre. Por otro lado, lo que siempre digo: le puedes preguntar al gato dónde quiere estar y cómo quiere vivir! (Comunicación Animal Entrespecies).
Algunos consejos que puedo dar así rápido a modo práctico:

1. Nunca valorarlo en un día si hay dudas, ni en un jaulón, a no ser que comuniques con él y lo tengas claro.
2. No consiste en socializar al gato, sino en darle un espacio agradable para ver si se siente bien y nos muestra su verdadera personalidad. Estar en pánico no es ser uno mismo. Ser uno mismo es vivir tranquilamente, comer, beber, ir al aseo, dormir, jugar, recorrer la casa, ser feliz.
3. Tampoco consiste en valorar si se deja tocar o no por nosotros. Eso es lo de menos, hay gatos semi asilvestrados capaces de vivir en interior pero sin apenas contacto humano y eso debemos respetarlo si el gato es así, hay muchos gatos con intolerancia al tacto y esto también en diferentes grados. No es un desequilibrio el hecho de que no se deje tocar. Es un desequilibrio que esté escondido, que no coma, que no vaya al aseo. Si el gato hace vida normal pero no te quiere cerca y es feliz así, ¡aguántate! Y si no, puedes intentar ganártelo con comida y jugando con él, pero jamás forzándole a nada. ¿Por qué es necesario forzar a un amigo a ser lo que no quiere ser? ¿Para tu comodidad?
4. Respetar y amar a los animales implica respetar y amar también a los gatos que no quieren estar a tu lado, buscándoles un lugar adecuado para ellos, y si eso implica liberarlos en su colonia o encontrarles otro lugar en libertad, hay que hacerlo, aprovechando para encontrar un lugar en libertad que sea seguro para ellos, la calle en sí no lo es, y mucho menos si no conocen la zona, tampoco lo es un monte cualquiera ni un descampado. Además los gatos asilvestrados de colonia están acostumbrados a ser alimentados y en cualquier sitio donde les podamos llevar, deben seguir siendo alimentados por personas, la mayoría no cazan su alimento, y necesitan un refugio y lugar seguro.
5. Dar Flores de Bach a un gato asilvestrado para que deje de serlo es ir contra natura. Puedes tratar a un gato de miedo, de trauma, de pánico, y si está todo bien, saldrá de ello y será feliz contigo. Pero si intentas ir contra natura, nada funcionará.

Aprovechemos los lugares en casas de acogida para gatos domésticos que necesiten rehabilitación, post-operatorio, ayuda por una depresión tras un abandono o fallecimiento de su persona, que necesiten ayuda de verdad y que nuestra casa o protectora sea el lugar donde ellos puedan estar el tiempo necesario con una calidad de vida óptima, donde poder encontrar su lugar definitivo acorde con sus necesidades y deseos individuales. Donde se les ayude a encontrar este lugar ansiado y no sea un campo de concentración de animales recogidos sin un futuro, donde podamos dedicarnos a ellos plenamente y devolverles la confianza que necesitan para elaborar ellos su propio destino, teniendo tiempo para ayudar a cada uno de forma individual en lo que más necesita.

A veces se nos cruzan en la vida gatos con mucho miedo o que no se dejan tocar, que nos enseñan a ponernos límites a la hora de relacionarnos con ellos y con el mundo, a respetar el espacio de los demás, a no interponer nuestras necesidades a las de los demás, y que luego se marchan. Si no aprendemos esto, seguiremos metidos en este bucle y por tanto, atrayendo estos gatos también.

Bueno sobre este tema podría hablar mucho más porque tiene muchos matices, pero básicamente creo que así doy algunas ideas. En mi web hay algunas conferencias y documentos sobre cómo tratar a los gatos con miedo y hablo de este tema siempre. Porque no es miedo lo que hay que trabajar en los gatos asilvestrados, si no más bien procurar respetar su necesidad y decisión de no estar encerrados ni con nosotros, y encontrarles el sitio adecuado, aunque eso signifique para nosotros aprender el desapego y la confianza total en la Naturaleza y en el Reino Animal.

Yo lo he tenido que aprender y he descubierto lo que es el miedo y el apego. Antes no daba en adopción ni un sólo gato si iba a salir al exterior. Hoy en dia tengo 3 gatos que entran y salen a sus anchas, en ningún momento del día siento preocupación por dónde están o qué hacen, y cada noche vuelven al toque de queda. Ellos me han enseñado lo que un gato necesita y que ellos saben perfectamente vivir sin que yo intervenga demasiado. Cuando necesitan mi ayuda, vienen a pedirla (ahora recuerdo un día en que escuché a mi gata Moway maullar fuerte corriendo hacia mi, resulta que llevaba una Mantis Religiosa enganchada en el labio, se la quité y se volvió a ir tranquilamente). Y si les pasa algo peor, confiaré siempre en la vida y en ellos. No es que no conozca los peligros, he recogido cientos de gatos atropellados, envenenados, maltratados de todas las maneras, sé perfectamente lo que hay. Pero mi mundo ya no se mueve con esos miedos, se mueve con amor y confianza, por tanto, no hay cabida para lo que no sea eso.

Termino con un deseo: Que cada gato encuentre su sitio en el mundo, que cada gato pueda expresar lo que necesita y que las personas lo entiendan y le proporcionen la ayuda necesaria, que todo esto fluya sin necesidad de manipulación, encerramiento, resignación, autoridad, agobios... que fluya con Confianza, Amor y decisión. Por ellos, siempre, y en consecuencia, por nuestro aprendizaje también. ¡Gracias!