jueves, 17 de abril de 2014

Mi profesión es...

Hablar sobre mi profesión me cuesta mucho. Cuando alguien me pregunta a qué me dedico es como si me preguntaran algo muy personal, porque sé que al contestarles que soy Terapeuta de Gatos, voy a tener que contarles en qué consiste y cómo lo hago, entrando en temas donde ya hay personas que alucinan un poco para bien y otras para mal, y ninguna de ellas lo entiende a la primera. Una profesión habitual no es. Y desde luego ni yo misma me podía imaginar en su día que iba a acabar haciendo lo que hago. Mi idea era ayudar a los gatos, pero a este nivel en el que estoy comunicando con ellos y trabajando con sus personas, nunca lo habría sabido. Y siento que esto va a más, yo también voy aprendiendo y creciendo como todo el mundo. Atrás dejo algunos casos sin "resolver", que en su día me dejaban con frustración, pero hoy sé que no tengo que resolver nada, siempre he hecho esto pero lo que he aprendido es a manejarlo y a encajar yo los resultados, que siempre son buenos. Porque son los gatos los que "mandan". Y cuando algo no se tiene que resolver es porque el comportamiento no ha sido entendido, por tanto el mensaje menos todavía. No se trata de resolver problemas, es mucho más, es todo lo que engloba al gato, su persona, su familia, su casa, su vida, su energía, su cuerpo, otros planos...

A veces las personas no integran el mensaje que les doy, así que el gato sigue igual. Y está bien así, porque ya es tarea del gato seguir, y siempre que hace falta me vuelven a llamar para, de nuevo, decir algo, desbloquear algo. El trabajo real es del gato con su persona, yo sólo hago de enlace en momentos puntuales. Me ha costado media vida entender esto. He tenido que acudir a mis ángeles con mil dudas para entender esto y aceptarlo. El Ego siempre quiere resolver los problemas y ayudar a los demás de forma 100% eficaz, valorando el resultado como la anulación total del comportamiento no deseado y la satisfacción de la persona que te llama. ¡Qué grave error!

Estamos acostumbrados a los profesionales que los llamas y te resuelven un problema. Como los médicos que te reparan una parte del cuerpo, no te dicen por qué está mal, sólo la reparan. Aunque falle por otro sitio después porque lo que origina la enfermedad o dolor sigue sin trabajarse. O educadores que anulan un comportamiento porque supuestamente "está mal".

Bueno con mi profesión me pasa que hay personas que contactan conmigo empezando con "tengo un problema", escribiéndome unos dos kilómetros de correo, y acabando con un "bueno a ver si me das algún consejo", no saben realmente el trabajo que implica todo lo que rodea lo que me cuentan y lo imposible que es para mi dar "un consejo". En mi web hay muchos consejos en muchos formatos. Necesito preguntar a los gatos lo que necesitan y cómo están, no se trata de dar consejos, eso ya está cubierto por otro lado. Tampoco se trata de resolver problemas sin que te afecte.

A veces hablo con personas que quieren que contacte con sus gatos para preguntar algunas cosas concretas, pero cuando contacto con los gatos me cuentan siempre sobre su persona, sobre sus bloqueos, cómo están, cómo les puedo ayudar. Y claro, la persona que esperaba una comunicación donde poder decirle cosas que ni siquiera podría contrastar, se ve implicada emocional y personalmente en la consulta. Mi forma de trabajar es diferente, son los gatos lo que me dicen lo que tengo que decir, son ellos los que me ayudan a entender lo que ocurre y lo que tengo que comunicar a la persona es lo que es. Y a veces no es lo que esperaban. Pero... los gatos mandan. Sobre todo, porque siempre es por nuestro mayor bien. Incluso comportamientos que parecen "castigos" para nosotros, siempre son para nuestro bien. Tienen formas peculiares para enseñarnos nuestros bloqueos y cosas que nos impiden estar bien, pero es que como no escuchamos ni ponemos atención, nos tienen que morder, orinarse en la cama... en fin, tienen que hacer algo para que te pongas en marcha, porque algo está pasando. A veces me quedo con la sensación de saber que no les he dicho lo que querían que les dijeran, pero con la tranquilidad de que he dicho lo que los gatos querían que dijera. Ganar seguridad en algo así es muy complicado y ha costado mucho tiempo, pero viendo los resultados es que es así.

Cada profesional además, es único en lo que hace. Mi manera es esta, lo que hago es ese enlace entre persona y gato, para ayudar al gato a seguir trabajando con su persona, para ayudar a la persona a entenderse con su gato y ser más feliz, vivir más plenamente esta experiencia de la vida, aprender, evolucionar. Ayudo en momentos puntuales, no sano ni hago milagros, no creo en eso. Creo que cada uno es responsable de lo suyo y sólo poniendo un poco de consciencia ya se desbloquean muchas cosas y los gatos cambian, al no necesitar expresar más de lo mismo, porque ya está desbloqueado.

Hay consultas en las que sé que me van a escribir a la media hora diciéndome que el gato está distinto, más cariñoso. Incluso mientras hablamos los gatos suelen aparecer y confirmar mis palabras. He tenido que aprender a no dar lo que la gente espera de mi, sino a no juzgar lo que recibo y darlo tal cual, siempre desde mi corazón y con cariño, el mensaje de los gatos.

Es una profesión difícil de explicar, creo que es la peor pregunta que alguien puede hacerme, ¿a qué te dedicas? ¡es un mundo resumirlo! Me siento afortunada, pese a todas las inseguridades y errores que cometa, todo forma parte de mi camino y mi experiencia, por eso confío en que todo está bien, pongo mucha atención, respeto y amor en lo que hago, mucha gratitud por poder hacerlo. Es complicado trabajar con personas pero yo sé cómo los animales abren el corazón de uno, confío en ellos y me dejo llevar.